Imagina una luz que brilla en la oscuridad, una historia de resiliencia que se ha transmitido de generación en generación. Estamos hablando de Janucá, también conocida como Jánuca o Chanukah, un festival judío profundamente significativo. A menudo se le llama la “Fiesta de las Luces” o “Fiesta de la Dedicación”. Su nombre en hebreo, Janucá (חנוכה), significa precisamente “dedicación” o “inauguración”, haciendo referencia directa a la nueva consagración del Segundo Templo de Jerusalén.

Este evento anual no es solo una celebración, sino un vívido recordatorio de una victoria histórica contra la opresión, un testimonio de la perseverancia de la fe y la importancia de la libertad religiosa. Se celebra durante ocho noches y días, empezando el día 25 del mes de Kislev según el calendario hebreo, lo que generalmente cae entre finales de noviembre y finales de diciembre en el calendario gregoriano.

Los Orígenes de Janucá: Resistencia en la Antigüedad

La fascinante historia de Janucá se remonta al año 167 a.C., un período de gran agitación para el pueblo judío. En el corazón de la antigua Jerusalén, bajo la dominación del vasto Imperio Seléucida (uno de los reinos helenísticos surgidos tras la muerte de Alejandro Magno), se gestaba un conflicto de inmensas proporciones. El rey Antíoco IV Epífanes, en su intento de helenizar por completo sus dominios, impuso decretos draconianos que buscaban erradicar las prácticas judías tradicionales. Esto incluía la prohibición de la observancia del Shabat, la circuncisión y el estudio de la Torá, fundamentales para la identidad judía.

La profanación del Santo Templo de Jerusalén fue el colmo de esta persecución. Antíoco lo transformó en un santuario pagano, dedicándolo a Zeus Olímpico e incluso realizando sacrificios de cerdos en su interior, un acto de abominación para los judíos. Esta opresión sistemática dio rienda suelta a una revuelta que cambiaría el curso de la historia judía.

La Revuelta de los Macabeos y la Reconquista del Templo

Pero la fe y el espíritu de un pueblo no se extinguen tan fácilmente. Matatías, un sacerdote anciano del pueblo de Modi'in, y sus cinco hijos, conocidos colectivamente como los Macabeos —un nombre que, según algunas interpretaciones, significa “martillos” o es un acrónimo de un verso bíblico—, encendieron la chispa de la resistencia. Judas Macabeo, el tercer hijo de Matatías, emergió como el líder militar de esta insurrección, mostrando una astucia y valentía legendarias en el campo de batalla.

Contra todo pronóstico, y tras años de batallas incansables contra un ejército seléucida mucho más numeroso y mejor equipado, los Macabeos lograron una victoria asombrosa. En el año 164 a.C., consiguieron reconquistar Jerusalén y, lo que era aún más crucial, el sagrado Templo. La tarea de purificar y rededicar el Templo a Dios era inminente, un acto de profunda devoción y simbolismo tras años de profanación.

El Milagro del Aceite y la Consagración

El clímax de esta victoria se manifestó al intentar purificar y rededicar el Templo. Según la tradición talmúdica, al buscar aceite puro para encender la menorá, el candelabro de siete brazos que debía arder continuamente, solo encontraron un pequeño frasco de aceite de oliva, sellado con el sello del Sumo Sacerdote. Este frasco contenía apenas suficiente aceite para mantener la menorá encendida por un solo día.

Fue entonces cuando ocurrió el milagro que da nombre y esencia a Janucá: ese pequeño suministro de aceite ardió de manera prodigiosa durante ocho días y ocho noches completas, el tiempo exacto necesario para preparar y consagrar nuevo aceite puro. Este evento milagroso es la razón por la que Janucá se celebra durante ocho días y es conocida como la Fiesta de las Luces.

Celebración y Significado Moderno de Janucá

Por ello, cada noche de Janucá, las familias judías de todo el mundo se reúnen para encender las velas de la januquiá (también conocida como menorá de Janucá), un candelabro especial de nueve brazos. La primera noche se enciende una vela, la segunda noche dos, y así sucesivamente, hasta que las ocho velas principales brillan en la última noche. La novena rama, llamada shamash, se utiliza para encender las demás.

Es un tiempo de profunda reflexión sobre la resiliencia del espíritu judío y la victoria de la luz sobre la oscuridad, la libertad sobre la opresión. Pero también es un tiempo de alegría, de compartir delicias culinarias fritas en aceite (como los latkes, panqueques de patata, y las sufganiot, donas rellenas), de jugar al dreidel (una peonza de cuatro caras) y de intercambiar pequeños regalos, especialmente para los niños. Janucá nos recuerda que la fe, la esperanza y la determinación pueden iluminar incluso los momentos más oscuros.

Preguntas Frecuentes sobre Janucá

¿Qué significa la palabra "Janucá"?
La palabra "Janucá" (חנוכה) proviene del hebreo y significa "dedicación" o "inauguración", haciendo referencia a la rededicación del Segundo Templo de Jerusalén tras su purificación.
¿Por qué se le llama la "Fiesta de las Luces"?
Se le llama la "Fiesta de las Luces" debido al milagro del aceite, donde una pequeña cantidad de aceite que solo debía durar un día ardió milagrosamente durante ocho días completos, permitiendo la reconsagración del Templo.
¿Cuántos días dura la celebración de Janucá?
Janucá se celebra durante ocho días y noches, con una vela encendida en la januquiá cada noche, además del shamash (la vela auxiliar).
¿Qué se conmemora en Janucá?
Janucá conmemora la victoria de los Macabeos sobre el Imperio Seléucida, la recuperación y purificación del Templo de Jerusalén, y el milagro del aceite que ardió durante ocho días.