El 17 de febrero de 1974, el soldado del ejército de los Estados Unidos, Robert K. Preston, despegó en un helicóptero Bell UH-1B Iroquois "Huey" robado de Tipton Field, Maryland, y lo aterrizó en el jardín sur de la Casa Blanca en una violación significativa de seguridad. Preston se había alistado en el ejército para convertirse en piloto de helicóptero. Sin embargo, no se graduó del curso de entrenamiento de helicópteros y perdió la oportunidad de alcanzar el rango de piloto de suboficial. Su alistamiento lo obligó a servir cuatro años en el ejército y fue enviado a Fort Meade como mecánico de helicópteros. Preston creyó que esta situación era injusta y luego dijo que robó el helicóptero para mostrar su habilidad como piloto.

Poco después de la medianoche, Preston, de permiso, regresaba a Tipton Field, al sur de Fort Meade. Treinta helicópteros en la base fueron reabastecidos y listos para volar; despegó en uno sin luces anticolisión encendidas ni haciendo las llamadas de radio estándar. La policía estatal de Maryland fue alertada. Preston voló hacia el sudoeste hacia Washington, D.C., donde sobrevoló cerca del Monumento a Lincoln y el Monumento a Washington y sobre el jardín sur de la Casa Blanca. Luego voló de regreso a Fort Meade, con dos helicópteros policiales Bell 206 JetRanger y autos policiales persiguiéndolo. Después de una persecución por Maryland, cambió de rumbo hacia Washington nuevamente y entró en los terrenos de la Casa Blanca. Esta vez, el Servicio Secreto abrió fuego. Preston resultó levemente herido, aterrizó el helicóptero y fue arrestado y detenido.

Preston se declaró culpable de "apropiación ilícita y alteración de la paz" en el acuerdo de culpabilidad en su consejo de guerra. Fue condenado a un año de prisión, de los cuales cumplió seis meses, y una multa de 2.400 dólares estadounidenses (equivalente a 12.594 dólares en 2020). Después de su liberación, Preston recibió la baja general del ejército, luego vivió una vida tranquila, se casó y murió de cáncer en 2009.